Canalizar la energía pura

En Occidente, el Reiki  es considerado hoy una medicina complementaria y alternativa (CAM) y se practica, principalmente, sobre los siete grandes Chakras que la tradición hindú ubica en nuestro cuerpo, nuestros «enchufes» más notables. En Japón, donde fue fundado, el Reiki es practicado sobre los órganos del cuerpo y forma parte de la medicina.

Mikao Usui (1865-1926) es la persona que fijó en un método y unas técnicas, en Japón, el Reiki. Él no era médico, era monje, director de un seminario cristiano en Kyoto. Imaginaos la cara que se le debió quedar al Sr. Usui cuando uno de sus discípulos, un día, le preguntó por la técnica de sanación que utilizaba Jesús de Nazaret, y si él, su maestro, podía practicarla para ellos. El impacto de la pregunta fue tal, que el monje dimitió de sus cargos e inició un viaje exterior e interior que dio como resultado el sistema Usui de Reiki. Y todo gracias a la pregunta de un discípulo curioso.

La palabra japonesa Reiki está formada por dos conceptos. Rei significa «universal, sin límites», mientras que Ki es la energía vital, la energía del Universo. Es la energía de la que hablan todas las tradiciones, la Prana de los hindúes, el Chi de los chinos, el Espíritu de los cristianos, la Χ (ji) griega de las tradiciones herméticas, el «agua que no moja las manos» o el mercurio de los alquimistas… podéis leer más sobre ello aquí: Sobre Reiki, Zeus y el mercurio.

Físico, como todo lo de este mundo

El Reiki no es una realidad espiritual, solamente. No la vemos, es cierto, pero sí podemos ver su efecto en todas partes. La Naturaleza, muy física y real, suele trabajar así: nos muestra los efectos, pero no las causas, dejando que las descubramos por nosotros mismos. La energía Reiki se hace evidente a nuestro alrededor por los efectos que provoca en la Naturaleza completa, en todos los seres, infundiéndoles la vida en un proceso que siempre se reinicia y nunca tiene un final. Y es que la muerte no existe realmente. Lo que llamamos muerte es en realidad ausencia, pero no extinción de la vida, porque, simplemente, no puede ser extinguida.

La energía que llamamos Reiki es una energía física y real, actuando sobre cuerpos reales, los nuestros, los de nuestras mascotas o nuestras plantas… de hecho, todo es susceptible de recibir Reiki y de aprovechar sus beneficios. La energía no tiene pasado ni futuro, ni problema de distancias, dado que no se ve afectada por el espacio y el tiempo, que rigen solamente como convenciones en nuestro mundo. Por eso podemos dar Reiki al pasado o al futuro, y también, Reiki a distancia.

El canal

El terapeuta o el practicante de Reiki es solamente un canal, alguien que deja que su cuerpo sea utilizado por la energía universal para que ésta pueda incidir en otro cuerpo, aumentando el caudal de energía que ese otro cuerpo recibe, para así ayudarle a sanar todo tipo de dolencias, físicas y emocionales. El Reiki es acumulativo, no tiene efectos secundarios, es compatible con todo tipo de tratamientos y es especialmente eficaz para contrarrestar los efectos secundarios de tratamientos agresivos, como la quimioterapia, entre otros. Tiene el poder de energizar el cuerpo, relajarlo, reequilibrar los Chakras, tiene efecto analgésico y, muy especialmente, se utiliza para liberar la energía bloqueada en el cuerpo, que causa emociones nocivas y eventualmente, dolencias y enfermedades. También nos ayuda a elevar nuestra consciencia, a subirla a un nivel superior.

Así pues, Jesús de Nazaret canalizaba Reiki sobre los enfermos que le pedían ayuda. Igual que hoy hacen millones de personas en todo el mundo, todos los practicantes de Reiki en sus distintos niveles. La diferencia entre un practicante de Reiki de Nivel I y un Maestro, si ambos practican habitualmente, es una cuestión de canal. Ambos canalizan Reiki y ese Reiki es único, tiene siempre la misma calidad y cualidad y la misma función, porque es la energía universal de la vida. Sin embargo, el Maestro, que ha pasado por varias iniciaciones y conoce todos los símbolos, está preparado para canalizar más volumen, el canal que se abre en él permite el flujo de mayor cantidad de energía, si podemos decirlo de forma tan simple.

Si además está formado para canalizar Reiki con finalidades terapéuticas, su función será acompañar y ayudar a las personas que sufren enfermedades y dolencias de todo tipo, o que se recuperan de intervenciones quirúrgicas, o que padecen dolor agudo o crónico o, incluso, que están recibiendo tratamientos muy agresivos o cuidados paliativos, para que puedan ayudarse a sí mismas a sanar, a cambiar lo que deben cambiar, a transitar acompañadas por ese trayecto a través de la enfermedad y la sanación. La ayuda del Reiki en todos estos casos es inestimable.

Imaginaos ahora cómo pudo canalizar energía Reiki Jesús de Nazaret, teniendo en cuenta que todo él era un canal, todo su cuerpo y todo su ser estaban conectados completamente con la fuente, eran la misma fuente.

El Espíritu universal

Algunos de los que leáis esto os podréis preguntar si entonces el Reiki es lo mismo que el Espíritu universal, el Espíritu Santo de la tradición cristiana. Pues sí, según entiendo yo, es prácticamente lo mismo, es la fuerza invisible que mueve, da vida, regenera el mundo visible de la materia. Energía física que actúa sobre el cuerpo físico, sobre todos nuestros cuerpos físicos, de los más sutiles a los más densos, como la carne.

Los alquimistas saben que el Espíritu tiene peso, y además del poder para penetrar y transformar la materia, le atribuyen el color verde, que es también el color propio del Reiki, el de la sanación y el del Chakra del corazón.

El objetivo, la razón de ser del Reiki, es ayudar a todos a sanarse a sí mismos. Porque el proceso de sanación es cosa de dos: del paciente y de la energía Reiki, y el terapeuta es el canal, una ayuda, un acompañamiento. Pero la sanación es y será siempre un trabajo que tiene que hacer cada cual sobre sí mismo con las herramientas que le den o se procure, y el Reiki es una de esas herramientas, y de las más eficaces tanto física como emocionalmente. Es un regalo maravilloso que está al alcance de todos, como todo lo que es bueno y verdadero.

La salud

Nuestro estado natural es la salud, no la enfermedad. Nuestro cuerpo está diseñado para aportar soluciones concretas, biológicas, ante problemas biológicos. Cuando algo impacta en nuestro cerebro y provoca un trauma, nuestra respuesta es doble, primero biológica -bloqueando energía en alguno de los Chakras y órganos- y luego, emocional, dependiendo del Chakra o los órganos afectados. Si no se libera esa energía bloqueada, eventualmente aparecerán dolencias relacionadas con ese órgano, más o menos graves según la intensidad del shock, su duración y cómo lo ha vivido, emocionalmente, el individuo afectado. El cuerpo siempre se prepara para garantizar la supervivencia, acumulando energía para luchar o para huir. Y como bien sabe la biodescodificación, cualquier síntoma es un aviso que nos da el cuerpo de que algo no marcha bien, y una enfermedad es, aunque parezca increíble, la solución inmediata que el cuerpo ha hallado a ese problema.

Hay un dicho en el mundo de la descodificación biológica que siempre me hace pensar. Es este: «Recuerda que la enfermedad es lo que mejor cuidaba a tu paciente hasta que te encontró». ¿No es impresionante? Se dirige al terapeuta, y refleja que la enfermedad es la solución biológica que aporta el cuerpo al problema que sabe que tiene, un problema que es posible que la mente ignore. Así como los síntomas físicos son mensajes del cuerpo, las emociones son mensajes de la mente, y ambos tienen la función de advertirnos de que algo no funciona como debería, para que podamos resolverlo de forma consciente.

Dicen los maestros que el cuerpo sabe lo que la mente ignora, y también que el cuerpo jamás miente. Y ambas afirmaciones son ciertas. Si escuchamos a nuestro cuerpo y nos conectamos a él más a menudo -desconectándonos del caudal de pensamientos constantes con que nos regala «la loca de la casa«-, aprenderemos mucho de nosotros mismos y de cómo podemos sanarnos, no sólo de enfermedades y dolencias concretas, sino para vivir mejor, para alcanzar un mayor bienestar, más paz interior, para estar en equilibrio, vivir sin miedo, confiados y más felices.

El Reiki es un regalo maravilloso para ayudarnos a alcanzar ese mayor bienestar, al que tenemos derecho. Y no es magia, sino energía. Podemos llamarlo milagro, si queremos, porque un milagro es algo cierto e inesperado que produce un efecto también cierto e inesperado. Pero, en realidad, no es ni más ni menos que la energía pura de la vida fluyendo sobre nosotros. La energía de que estamos hechos y de que está hecho el Universo entero.

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