Éxito

Del lat. exĭtus ‘salida’.

1. m. Resultado feliz de un negocio, actuación, etc.

2. m. Buena aceptación que tiene alguien o algo.

3. m. p. us. Fin o terminación de un negocio o asunto.

Según la RAE, el éxito es la culminación FELIZ de cualquier empresa. Curioso, porque seguramente no asociamos directamente el éxito a la felicidad, ¿verdad? Quizá sí en una segunda ronda de conceptos, pero en la primera, seguramente, esté más asociado a la riqueza, a lo económico o profesional. Imaginamos alguien de éxito y no tengo claro que nos planteemos si es feliz. Sí asumimos que tiene dinero y «es alguien» socialmente hablando, que «ha llegado» a algún sitio donde se supone que todos quisiéramos llegar.

Pero no tienes éxito si no eres feliz. Lo que nos lleva a concluir que poca gente tiene éxito. La felicidad tampoco es un momento puntual de alegría porque algo, inesperadamente, ha salido como esperábamos o como queremos. Eso es también parte del engaño en el que estamos sumergidos. Cuando la vida tiene otros planes, nos cuesta una barbaridad aceptarlos y nos quedamos tristes y frustrados. Y eso sucede en el 90% de las veces.

Como le he escuchado decir muchas veces al siempre acertado Sergi Torres, el principal problema que tenemos es que nuestra concepción de las cosas no nos permite estar en el presente, aceptarlo y disfrutar de él, ni nos permite usar nuestro potencial. Confundimos nuestro concepto de las cosas con la realidad, y esa es una mala estrategia, una estrategia que no lleva al éxito, o sea, a la felicidad. Y todo porque no entendemos, no aceptamos, que la vida simplemente sucede, se da, no la llevamos a cabo nosotros, no la decidimos ni la «hacemos» nosotros. Por eso es tan fundamental estar de acuerdo con lo que sucede.

Porque la vida no es lo que yo pienso que es la vida en función de cómo a mí me sucede la vida. La vida no tiene relación directa conmigo, simplemente surge, sucede, se da, y yo estoy ahí para aceptarla y fluir con ella, o para intentar encajonarla en interpretaciones que nunca son la realidad. No vemos la vida, sino nuestras interpretaciones de cómo nos sucede la vida a nosotros. Y cada cual tiene sus interpretaciones. Es imposible estar de acuerdo con la vida si no la vemos, porque miramos solamente a nuestras ideas, conceptos, prejuicios, pensamientos e interpretaciones de lo que pensamos que es la vida o lo que debería ser.

Estar de acuerdo es aceptar, algo que nos resulta muy difícil. Aceptar es comprender, y fluir de acuerdo con la vida, en armonía con ella. La palabra acuerdo significa, literalmente, «hacia el corazón», es un pacto profundo, dictado más allá del interés personal o la conveniencia. Estar de acuerdo con lo que sucede, al contrario de lo que se pueda pensar, es liberador. Simplemente, vivir lo que está sucediendo, sin intentar realizar la idea que tenemos de lo que sucede o debería suceder.

Para conseguirlo deberíamos ser capaces de soltar nuestras ideas preconcebidas de lo que somos, de lo que hacemos, de lo que es el éxito, de cómo debe ser nuestra vida en función de cómo pensamos que somos. Un andamiaje muy intrincado para algo tan simple como el vivir, algo «extremadamente simple, pero delicado, por bello», dice Sergi Torres.

Disfrutar es gozar del fruto de algo, y se parece mucho a tener éxito, o sea, a ser feliz. ¿Disfrutamos de nuestra vida? Quizá para ello deberíamos investigar un poco más sobre lo que somos y lo que no somos, abrir nuestro corazón al acuerdo, sin miedos, y soltar las ideas preconcebidas que utilizamos como armadura, poniendo toda nuestra atención no en los conceptos o los pensamientos o los recuerdos o los deseos, sino en nuestra experiencia de vida, en lo que sentimos ahora.

Y abriendo la puerta a las posibilidades que surgen también en el ahora, un momento único y real, sin miedo ni ideas preconcebidas, porque el ahora es nuevo siempre, a medida que surge, y ni el pasado ni el futuro existen en realidad, sólo en nuestra mente.

Defiende Sergi Torres en una de sus charlas que seguramente sea parte del éxito, de la felicidad, hacer lo que a uno le gusta más allá de conveniencias e intereses. Es curioso cómo nuestro oficio nos define. No decimos «trabajo como periodista, o como médico, o como dependiente», sino que decimos «soy periodista, soy médico…» Somos mucho más que una profesión o un oficio, pero esa forma de alquilar nuestro tiempo y nuestras capacidades a cambio de un salario, absorbe gran parte de nuestra identidad. Entre el oficio, nuestro estado civil, si somos padres y madres o no, nuestro lugar de nacimiento (¡ay, eso!), nuestra edad, nuestros gustos, opiniones y manías, ya nos hemos definido casi totalmente. Y, sin embargo, ni hemos rozado lo que realmente somos. Como el Universo, somos en un 85% materia oscura: un misterio, pero creemos que lo sabemos todo sobre nosotros mismos.

Y todavía hay algo más que debemos saber sobre la felicidad. Porque también ahí nos equivocamos:

«Usted está interesado en su propia felicidad y yo le estoy diciendo que no existe tal cosa. La felicidad nunca es personal, está donde el «yo» no está. No digo que esté más allá de su alcance; sólo tiene que ir más allá de sí mismo, y la encontrará».

Sri Nisargadatta Maharaj

Pues ahí está. No hallaremos la felicidad donde esté el «yo». La felicidad, el poder y la paz, entre otras cosas, dice Nisargadatta, nunca son estados personales, porque el «mi» implica exclusividad, fragilidad e inseguridad.

Ir más allá de nosotros mismos, mirar más allá de lo que vemos…

Qué interesante, qué fácil y qué difícil a la vez, ¿verdad?

Deja un comentario