Iniciación

¿Cuál es el impulso que lleva a una persona a querer entrar en una logia masónica? Esta es una de las preguntas que los Maestros encargados de entrevistar a los aspirantes les plantean en primer lugar: ¿Por qué quieres ser masón, qué esperas encontrar dentro de una Logia? Normalmente, las respuestas no son muy certeras, porque desde fuera pocas personas saben en qué consiste realmente la Masonería. Uno quiere entrar, pero no tiene muy claro qué espera encontrar allí dentro; respuestas, sin duda, quizás una explicación que dé algo de sentido a nuestra presencia en este mundo; porque cuando uno llega a cierta edad, es posible que caiga en la cuenta de que «tiene que haber algo más»…

La idea de entrar en la Masonería surge casi siempre del descontento, de la sensación de que «falta algo». Hay personas que quieren iniciarse por tradición familiar, porque su padre o su abuelo eran masones, quizá porque fueron represaliados por el franquismo. Pero generalmente, la idea surge de una necesidad que se explica de distintas maneras: necesidad de conocimiento o de mejorarse a uno mismo y, a la vez, de compartir ese camino con otras personas que también han sentido la llamada.

Por todo ello, no es recomendable que uno se inicie demasiado joven. Siempre hay excepciones, pero en general las preguntas existenciales o ese desasosiego que te lleva hasta las puertas de una Logia aparecen a cierta edad. Simbólicamente, Jesús se convirtió en Cristo a los 33 años.

Porque tienen razón, seguramente sin saberlo, quienes quieren entrar en la Masonería para «mejorarse a sí mismos». La Iniciación es el comienzo de un proceso de transformación interior real y progresivo, siempre que el masón sea serio, trabaje y persevere. Por eso la Iniciación es una muerte simbólica del ser profano y el nacimiento de alguien nuevo, a quien se le ha dado una influencia espiritual que deberá alimentar y desarrollar, como si se tratase de una semilla sembrada en su interior.

Aplomar a alguien siempre es difícil. Aplomación es el nombre de las tres entrevistas que tres Maestros de la Logia realizan, por separado, al profano que quiere ser recibido francmasón. Me gusta este nombre, porque ciertamente en esas entrevistas se intenta fijar la vertical de esa persona, medirla con la plomada propia de los constructores. Aunque es difícil hacerlo bien y luego trasladar a la Logia una impresión lo más acertada posible de cómo es esa persona, de lo que espera de la Masonería y de lo que puede aportar.

Siempre inciden los Maestros aplomadores en algo fundamental: una Logia no es un grupo de amigos, ni un grupo de terapia, ni un sitio donde un gurú te cogerá de la mano y te dirá dónde poner cada pie, o qué leer, o qué deducir, o a qué conclusiones llegar. Si fuera así, el conocimiento iniciático sería como cualquier otro conocimiento. Sin embargo, consiste en un trabajo personal e intransferible, que nadie te puede comunicar ni hacer en tu lugar. Si eres poroso, si te dejas penetrar por el método masónico, sin resistencias ni impedimentos, llegarás a entender cosas y a saber cosas por ti mismo.

El método masónico consiste, precisamente, en una enseñanza que va siendo revelada de forma gradual y progresiva, a través de unos rituales que son siempre los mismos y se repiten en cada grado, y de un lenguaje que es simbólico. Nada que ver con cualquier otro método de adquisición de conocimiento. Por eso es tan importante dejar de lado las ideas preconcebidas sobre el cómo y el qué, y dejarse penetrar por lo nuevo, por las palabras que se pronuncian y los movimientos que se hacen dentro de la Logia según los grados.

Es cierto que uno puede leer libros sobre Masonería, sobre filosofía, sobre simbología masónica o incluso los rituales de cada grado desde su casa, puesto que están en internet. Pero así nunca adquirirá el conocimiento que sí se puede adquirir dentro de una Logia, porque la enseñanza iniciática ha de ser vivida, entra en uno por los poros, a través de otros canales distintos al conocimiento puramente intelectual, gracias a herramientas como la imaginación, la intuición, la repetición, la observación y el silencio.

La Iniciación es algo que ocurre una sola vez en la vida. Aunque luego abandones la Masonería, nunca dejarás de ser un iniciado, porque esa influencia espiritual que se te ha conferido sigue allí, latente si no trabajas en ella y la alimentas, o actualizándose y creciendo si la cuidas. Eso da una idea de su trascendencia y fundamento.

Resumiendo:

  • La iniciación es un proceso que hace posible que el ser humano vaya tendiendo a su plenitud, muriendo y renaciendo a sucesivos estados o niveles del Ser.
  • Todas las tradiciones marcan un camino de «retorno a casa», entendido como un camino que ha de completar al Ser, en todos sus niveles, como toma de consciencia y realización de aquello que somos y nunca hemos dejado de ser.
  • Es un proceso de perfeccionamiento de la materia tal, que pueda convertirse en receptáculo perfecto del Espíritu Universal, a través de sucesivas purificaciones.
  • La Iniciación nos obliga a asumir nuestra responsabilidad de seres humanos, con todo lo que implica hacia fuera -en relación a los demás, a los seres vivos, al planeta- y hacia dentro -en relación a lo trascendente-.
  • La experiencia de la Iniciación es el encuentro con lo sagrado. Es lo que diferencia al profano del iniciado. La Iniciación pretende despertar lo divino que hay en nosotros.

Es el punto de partida de ese famoso y tan difícil «conócete a ti mismo», para llegar a conocer el Universo y a los dioses.

Deja un comentario