Los 4 votos del camino budista

Hay textos que, por las palabras que utilizan, por su compromiso, por la verdad que destilan, por la luz que desprenden, se te quedan pegados al alma y ya no puedes pasar muchos días sin releerlos o rememorarlos. Se incorporan a tu ADN en segundos, seguramente porque antes de tú conocerlos, ya estaban allí, y simplemente ahora «resuenan» en tu alma. Los reconoces, reconoces su verdad y su belleza, que como ya sabemos es una guía cierta hacia la primera. Es lo que ocurre con el texto del «Shi Ku Sei Gan Mon», los 4 votos del bodhisatva, la expresión del compromiso que acepta la persona que inicia el camino del budismo y aspira al bienestar de todos los seres sensibles y a su salvación, mediante la práctica de la compasión y la perfección. Este es el texto:

«Los seres son innumerables;

hago voto de salvarlos a todos.

Los pensamientos y sentimientos ilusorios son ilimitados;

hago voto de liberarme de todos.

Las puertas del Dharma son incontables;

hago voto de aprehenderlas todas.

El camino del despertar no tiene igual;

hago voto de alcanzarlo.

Realmente hermoso, en la forma y en el fondo. Me gusta la interpretación que la religiosa filipense y maestra zen Berta Meneses da a los 4 votos del bodhisatva, así que seguiré sus palabras, que me permito aderezar.

El sufrimiento

«Los seres son innumerables;

hago voto de salvarlos a todos.

El primer voto hace referencia a la primera noble verdad del Buda Gautama, el príncipe Siddharta Gautama, que tras iluminarse se convirtió en el Buda, el «despierto». Esa verdad que Gautama vio a su alrededor es la del sufrimiento de todos los seres que vienen a este mundo. En sánscrito, se especifica que esos seres innumerables son seres sufrientes. ¿No os parece un anhelo de dimensiones colosales el de querer salvarlos a todos? Quizá también pueda parecer imposible, pero no es así. Veamos.

El dolor y el sufrimiento no son la misma cosa. El dolor es inevitable muchas veces, sin embargo, el sufrimiento es evitable y procede del ego, del apego a la existencia o a la ilusión en la que vivimos. En realidad, uno no puede salvar a otro ser, puede ayudarle a evitar el dolor, pero el sufrimiento es tarea de cada uno. No podría ser de otra forma… sin embargo, el voto al que nos referimos compromete al aspirante a salvar a todos los seres, porque a lo que le compromete realmente es a salvarles «en el corazón», dice Meneses. No podemos hacer que desaparezca su sufrimiento, pero podemos contribuir a la transformación del sufrimiento del mundo con nuestra actitud, con la energía que transmitimos, con el ejemplo que damos… todos estamos interrelacionados y todos tenemos parte de responsabilidad en ese sufrimiento común, que podemos ayudar a aliviar.

Como en todo lo importante, no hay medias tintas. Dice Berta Meneses: «O salvas o machacas». La verdad siempre es simple. Se trata de aceptar un compromiso con tu propia vida y con el bienestar que puedes generar a tu alrededor. O no aceptarlo.

La ilusión

Los pensamientos y sentimientos ilusorios son ilimitados;

hago voto de liberarme de todos.

Este segundo voto tiene que ver con lo que soy y con lo que no soy. Si nos hemos creído la ilusión y nos identificamos con nuestros pensamientos y nuestros sentimientos, realmente lo tenemos difícil porque cumplir con este segundo voto significa aniquilar lo que creemos que somos.

En este blog ya hemos hablado muchas veces de esta identificación con la ilusión del mundo y de lo que creemos que somos. Es necesario tenerlo claro, al menos en teoría, para poder aceptar este compromiso de liberarnos de los pensamientos y sentimientos ilusorios, que son todos ellos. O sea, no es que haya sentimientos y pensamientos ilusorios y otros verdaderos… todos ellos son ilusorios porque proceden del apego a la ilusión, de lo que creemos que somos y no de lo que somos realmente.

Pensamientos y sentimientos son nuestros tiranos, son los que nos tienen esclavizados, los que nos controlan y someten a pesar de que carecen de existencia real. Triste, ¿verdad? Pues así pasamos nuestro tiempo en la Tierra…

¿Cómo podemos liberarnos de ellos? Liberarnos no quiere decir dejar de pensar y de sentir, sino dejar de ser esclavos de lo que pensamos y lo que sentimos, dejar el apego y la confusión. Querer controlar los acontecimientos nos esclaviza y frustra. Si intentamos ser conscientes de que todo fluye, dice Meneses, de que todo es impermanente, pensamientos y sentimientos pierden parte de su poder sobre nosotros… pero hay que estar atentos, amigos. La atención, con lo poco atentos que estamos a ella, es una herramienta fundamental para conseguir todo esto en nuestra vida cotidiana.

Ejercitar el «aquí y ahora» también puede ayudar, siendo conscientes de lo que hacemos cuando lo hacemos, a cada momento, sin vivir en el recuerdo ni en la proyección, ni en el pasado ni en el futuro. Esto es algo que casi nunca hacemos realmente… siempre estamos pendientes de lo que tenemos que hacer después, o de lo que hicimos ayer, o de lo que queremos hacer el año que viene… pero ser capaces de mantener la atención y la consciencia sobre el aquí y ahora no lo hacemos casi nunca, a pesar de que, como ya sabemos, es el único momento que existe realmente…

Aprovechando la lección

Las puertas del Dharma son incontables;

hago voto de aprehenderlas todas.

El Dharma es, en palabras de Berta Meneses, la ley universal, lo que hace posible que cada cosa sea lo que es. Es la esencia divina que se encarna en una ley que hace que tú seas tú y que todo sea lo que es. Así, todo es Dharma, porque es la encarnación de la esencia en la existencia, del espíritu en la materia: el paquete de potencialidades que deberán ser actualizadas en cada ser y cosa que existe.

Y atención, porque los seres humanos somos los únicos que podemos no cumplir el Dharma, que podemos saltarnos ser lo que hemos de ser. Es lo que nos permite el libre albedrío: pasar por este mundo como seres desgraciados, ignorantes o prepotentes, o bien levantar la cabeza y mirar hacia adentro.

¿Y si, tras morir, solo tuviésemos que responder a una pregunta? Pensemos qué podríamos responder si esa pregunta fuera: ¿Has llegado a ser quien eres? Algo parecido se les pregunta a las almas que cruzan de un mundo a otro en algunas tradiciones. La pregunta es: ¿Quién eres? Y me parece a mí que si no sabemos la respuesta estando vivos, tampoco al otro lado de la puerta acertaremos…

Hablamos en La enseñanza esotérica del Omnia mea mecum porto, ese «todo lo que es mío lo llevo conmigo» en el sentido de que no necesitamos nada, no nos falta nada, sino que desde que venimos a este mundo ya tenemos en nuestro interior todo lo que vamos a necesitar. Berta Meneses lo explica así: «Al nacer se te otorga todo lo que has de desarrollar para ser tú mismo. La ley del Dharma permite que todo lo que te ocurre sirva para realizar plenamente tu ser».

Esas son las puertas incontables del Dharma a las que se refiere el voto: todo lo que te ocurre, todo lo que te llega en tu vida sirve a un único propósito, que es muy simple: que puedas ser quien eres. Por eso los maestros de todas las tradiciones recomiendan aceptar con humildad lo que la vida nos dé, sin juzgarlo.

Dice Meneses que «verdad y rectitud definen la ley del Dharma», y que se trata de algo «exigente, pero completamente natural», porque simplemente es lo que somos, lo que es, sin resistencias, ni egos, sin elecciones viciadas, sin forzar nada, sin esa manía constante del hacer por hacer o el hacer por interés. Dejar que todo fluya…

Estar despiertos

El camino del despertar no tiene igual;

hago voto de alcanzarlo.

El cuarto voto en cierto modo resume o incluye a los demás, porque habla de ese gran objetivo: despertar. Hablamos en El dragón insomne de la diferencia entre estar dormidos y estar despiertos, y de cómo el simple hecho de poder permanecer despiertos es lo que diferencia a los dioses de los hombres, y de cómo esa es la única exigencia para alcanzar la inmortalidad.

En realidad, dice Berta Meneses que no se trata de un objetivo, sino que es «una aspiración del Ser». O sea, algo que simplemente ha de ser así, no puede ser de otra manera.

El Buda es el Despierto, eso es lo que esa palabra significa.

Y ese es el meollo de todo… del budismo, del hinduismo, del misticismo, del sufismo, del cristianismo, del taoísmo, del zen, de toda la enseñanza iniciática… Ese «conócete a ti mismo» de los antiguos, que no quiere decir «conoce a ese personaje abrumado y mezquino que corre por el mundo como si lo tuvieses estirado en un diván hablando complacido de sí mismo», sino conoce lo que eres realmente, mira dentro de ti y ve tu esencia, el rostro original de lo que eres.

Porque eso que eres ya lo eres, hoy, ahora, en este momento. No necesitas llegar a ningún lugar, ni hacer nada más que darte cuenta. Berta Meneses recomienda olvidarse del personaje, del ego, al que ella llama «pinche tirano», quitarle importancia en lugar de dársela y dejar de escucharle. Al rincón con él.

Se trata de despertar a lo que eres, a lo que somos. Qué simple y a la vez, qué difícil.

Pero no desesperemos. En esta caravana no hay lugar para la frustración, porque, amigos, quizá despertemos y quizá no, quizá nos iluminemos como dicen otros, veamos o toquemos nuestra esencia… pero hacerlo o no, no depende de nosotros, ¿recordáis? Lo que sí depende de nosotros es «hacer como si…«. Y ese es el objetivo, el mismo proceso… nos hacemos, nos cocemos, mientras buscamos, mientras nos comprometemos, mientras trabajamos con seriedad y perseverancia. Eso sí depende de nosotros.

Hagámoslo, sin frustración por no alcanzar un resultado… nuestro trabajo es el camino, sea el que sea. El fruto de ese trabajo no depende de nosotros, aunque sin duda obtendremos un salario justo.

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