Las vías que nos han sido trazadas

En la Masonería existe un concepto muy importante y que siempre me ha maravillado. Al principio puede que cueste entenderlo, pero el camino masónico mismo lo va explicando, realizando, actualizando, y de repente un día te das cuenta de que ya entiendes lo que son los landmark, que en castellano sería mojón, y también marca, señal, estela, linde, hito… todos tendrían el mismo significado.

Los landmark son aquello profundo, aquella corriente de agua subterránea que va impregnando todo lo demás a lo largo de su curso. Coincidiría, más o menos, con lo que se viene llamando Tradición, y que se refiere tanto a lo que se transmite como al modo en que es transmitido. Estamos hablando del mundo iniciático, recordadlo, y por lo tanto, de lo esotérico (interior, escondido, por oposición a lo exotérico o exterior), lo secreto, porque está reservado para los iniciados.

Puntos de referencia universales

Los landmark son simbólicas estelas de piedra, marcan lo que es, más que importante, fundamental, o sea, lo que está en el fundamento. Aquello que a lo largo del tiempo no cambia, o cambia muy sutilmente, porque no está sometido a modas, a culturas, a opiniones y ocurrencias, ni a visiones distintas del mundo ni, mucho menos, a «diferentes sensibilidades». Lo que puede ser cambiado, invertido, votado… no es un landmark, en el sentido de que los landmark son puntos de referencia que están por encima de lo que maneja nuestra voluntad ordinaria.

Un buen símil que puede ayudar a entenderlo es la diferencia entre lo ético y lo moral. Lo moral es un consenso social determinado y parcial sobre algo, una visión concreta sobre lo permisible y lo no permisible por parte de un grupo particular de personas, grande o pequeño… pero no es algo global, un consenso amplio, genérico, que pueda ser asumido al margen de las diferencias sociales o culturales. Los Derechos del Hombre nacen de la ética, no de la moral, por poner un ejemplo.

El contacto entre arriba y abajo

En el Rito Escocés Antiguo y Aceptado -el rito en el que trabaja mi logia, llamada Logos-, cuando se abren los trabajos, el Venerable Maestro, que preside la reunión, dice, en un momento concreto:

«Hermanos, dado que la Logia está debidamente cubierta y que todos los asistentes son Aprendices Francmasones, entremos en las vías que nos han sido trazadas»

Esas «vías que nos han sido trazadas» son los landmark, los mojones de la Tradición, que se refieren al qué y al cómo, o sea, al ritual, a los gestos, a la palabras que fueron pensados para que ese grupo de personas reunidas en una logia y que se llaman hermanos entre sí, desconecten de la realidad material de su día a día, del exterior, y se conecten primero entre ellos y luego, con una realidad que es invisible, pero que está ahí y que algunos llamarían «otro nivel de conciencia». Eso es lo que pretenden todos los rituales, de hecho, incluida la misa en las iglesias católicas: poner en contacto las dos realidades, la visible y la invisible. Para los Veda, son la realidad (del cielo) y la no-realidad (de la Tierra, donde vivimos), que equivalen a la verdad y a la no-verdad.

La actividad del Espíritu

En otro momento de los Trabajos en logia, cuando los hermanos realizan la llamada Cadena de Unión y están todos de pie, dándose las manos -uno de los momentos más solemnes de la reunión-, el Venerable Maestro pronuncia estas palabras:

«Hermanos, muy por encima de las inquietudes de la vida material, se abre para el Francmasón el vasto dominio de la actividad del Espíritu…»

Ese vasto dominio de la actividad del Espíritu es, precisamente, lo que atañe al iniciado. No los asuntos profanos, ni las maneras profanas, ni las preocupaciones profanas, sino «el vasto dominio de la actividad del Espíritu», porque esa actividad es la que hace y deshace, disuelve y coagula, en este mundo. Las vías que nos han sido trazadas lo han sido, precisamente, para acercarnos, conocer, intentar entender, esa actividad vasta y profunda del Espíritu sobre la materia.

Dice la Biblia en Proverbios 22:28,

«No traspases los linderos antiguos que pusieron tus padres»

Esos «linderos antiguos» se refieren también a «las vías que nos han sido trazadas». Con esta expresión reconocemos el legado de los ancestros y lo asumimos como propio, porque la iniciación es una cadena que viene de lejos y que solamente se rompe para que entre un nuevo iniciado. Al margen de épocas, vicisitudes, leyes morales, países y culturas, recogemos un legado que hemos de conservar y, a la vez, transmitir a las generaciones futuras. Debemos intentar no romperlo, ni cambiarlo, ni confundirlo, para que los futuros iniciados puedan conocer y juzgar, así como hemos podido hacer nosotros. Pensar que tenemos el derecho de cambiar ese legado es una muestra de soberbia y de ignorancia, y de eso vamos sobrados en nuestros días.

Es como si los alumnos que no saben leer decidieran suprimir el alfabeto: en lugar de estudiar los rituales para intentar comprender y conocer, deciden adaptarlos a su conveniencia, imponiendo así su visión, sus conceptos y su moral, que es solo parcial y subjetiva, sin relevancia más allá de sus pequeñas vidas.

La referencia masónica

Bernard E. Jones, en su obra “Freemasons, Guide and Compendium”, habla largamente de los landmark y dice:

“Se dice que un landmark puede ser descubierto, pero no creado; no puede ser cambiado o alterado; no puede ser mejorado; no puede ser anulado. Así, ni siquiera un acuerdo universal entre francmasones podría crear un landmark. Y si no podrían crearlo, igualmente sería imposible que lo anulasen”

Y en cuanto a la autoría de los landmark, el autor recuerda que no han sido fijados por nadie, que simplemente fueron y son, «desde tiempo inmemorial».

¿Existen listados de landmark? Según el autor de referencia, existen, pero no tienen ningún valor intrínseco. Ninguna Gran Logia ha dogmatizado en esta materia, pues, como dice “se podría deducir del hecho que los landmark tendrían que ser aprobados, la consecuencia de que la misma autoridad que tuviese poder para dar esa aprobación, podría igualmente desaprobarlos; y eso no puede ser porque son inmutables”.

Queda bastante claro, ¿no?

Los senderos de cada uno

Las vías que nos han sido trazadas son, literalmente, esos senderos que desde siempre las personas han tomado simplemente porque eran los más adecuados, directos y sin pretensiones, los que les fueron legados, para llegar al objetivo. Es igual si luego, a esas personas, se les asfalta un camino distinto, quizá más bonito, con vistas y facilidades. Habrá quienes siempre utilizarán el primero, porque es el lógico, el más coherente, el que va directo al objetivo sin entretenerse o dispersarse, el que abrieron los ancestros simplemente por necesidad, andándolo, y sigue siendo transitado y lo ha sido en todas las épocas.

También en la vida de cada uno puede haber landmark, mojones, señales y puntos de referencia sobre los que edificamos recuerdos, emociones, conocimientos, relaciones… No sé si alguna vez habéis pensado cuáles son vuestros landmark particulares, esas vías que seguís porque alguien antes que vosotros las trazó y os las mostró, y os siguen siendo útiles y siguen siendo coherentes.

Pienso que esos puntos de referencia nos definen y también hablan de cuál es la huella que imprimimos en este mundo mientras estamos en él: ¿Somos de utilizar la vía que nos ha sido trazada, la vía coherente, austera, de nuestros padres? ¿O somos de insistir en la vía alternativa, la del asfalto y las vistas? ¿O, para complicarlo más, preferimos aún una tercera vía, la absolutamente trivial?

(La imagen que ilustra esta entrada es una de las puertas de la muralla de Son Catlar, poblado pretalayótico de Menorca. La muralla fue levantada entre los siglos X y VIII a.C. y supera los 900 metros de longitud)

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