Hacer como si…

En la vida pocas veces estamos preparados para lo que nos viene encima, sea bueno o malo. Las cosas nos ocurren, llegan, se instalan en nosotros y en nuestra rutina, nos hacen cambiar de ideas o de planes… es el destino llamando a nuestra puerta y provocando una curva allí donde nosotros preveíamos un camino recto. Y nada de todo eso que nos ocurre o nos puede ocurrir viene con libro de instrucciones. De hecho, la vida no tiene libro de instrucciones, se aprende a vivir viviendo, igual como se aprende todo lo demás. Simplemente, haciéndolo.

La Masonería tiene una forma muy sutil de enseñar eso. En las logias todos los miembros pasan por tres grados distintos, progresivos: Aprendiz, Compañero y Maestro. Y cuando uno llega a Maestro, tendrá que relevar a los demás maestros en los distintos Oficios que se requieren para abrir los trabajos, guiar a los aprendices y compañeros, servir a las necesidades de la organización y del rito, etc. Como lo que ocurre en la vida, nadie está preparado para ser Venerable Maestro, el Oficio que comporta una mayor responsabilidad y necesita una mayor capacidad de adaptación de todos. «Venerable» significa que merece respeto y amor, que atesora dignidad y virtud. El nombre se refiere a lo que ese Oficial ha de tender, a lo que ha de aspirar… ¿Cómo se aprende eso? Como todo lo demás: haciéndolo.

Hacer como si fueras maestro y venerable

El truco, que es un viejo truco del aprendizaje iniciático presente también en otras escuelas, es «hacer como si». Teniendo en cuenta que ese Oficio, como todos, recae en uno de los maestros de la logia, lo que éste tendrá que hacer será meterse en el papel de un Venerable Maestro y actuar, pensar, decidir, hablar desde ese papel, anteponiendo sus deberes a sus derechos. No es fácil hacerlo, pero es fundamental entender que cuando uno ejerce como uno de los Oficiales de la logia, quien está presente y quien actúa no es la persona, sino el Oficio.

Así, la persona debe desaparecer dentro del Oficio. Sus opiniones, sus gustos, su conveniencia, sus intereses, sus preferencias, sus sentimientos, sus piques, sus emociones… su ego, en resumen, debe desaparecer y solo el deber de ese Oficial ha de estar presente en la logia. Suena difícil y lo es, porque ya sabemos que nuestro ego no lleva bien lo de ser relegado a un segundo plano, e intentará como sea salir a la superficie y controlar la situación. Pero ahí está la maestría: en no dejarle.

Hacer como si fueras un ciudadano ejemplar

Pienso que esa enseñanza básica que se aplica dentro de las logias es también muy útil para todos nosotros fuera, en el mundo donde nos movemos, trabajamos, vivimos, amamos. Hacer «como si» me parece un truco válido en todas las situaciones de la vida: al ser padres, siendo vecinos, siendo pareja, profesionalmente, en nuestro círculo familiar o social… «hacer como si» fuéramos realmente eso que hemos de ser y supiéramos cómo serlo, y que nuestro ego no interfiera en nada, siendo en cada lugar y sitio lo que hemos de ser, por deber, por responsabilidad, por convicción, por amor. Quizá así sería más fácil adaptarse a los desafíos de la vida y salir con éxito de ellos o, al menos, sabiendo que lo hemos intentado de la mejor forma posible. Es un truco que funciona.

Porque al final, lo que cada Oficio imprime en quienes lo ejercen es un lugar y un sitio y unos deberes. Es la aceptación, es adaptarse, esforzarse, estar atento. Algo totalmente trasladable al mundo exterior, donde vivimos, en los distintos papeles que la vida nos tiene asignados y que si os fijáis son muchos y diferentes. Cada día nos metemos en esos papeles, que nos exigen actitudes, conocimientos, decisiones precisas, determinadas, fundadas en experiencias, técnicas, conocimientos distintos, nos exigen paciencia, y cariño, y generosidad… Siempre somos nosotros, el mismo, pero cada papel exige de nosotros potencialidades diferentes… puede ser agotador. Y no siempre actuamos como pensamos que deberíamos haberlo hecho.

El personalismo, fuera

Claro, digo que en una logia nada es personal, nada debería serlo, y así es porque lo que envuelve a la persona, el personalismo, conduce al caos. En la vida de cada día es igual, y parece que bajar el volumen del personalismo es imposible, pero no solo no es imposible, sino que es conveniente: controlar nuestro ego es fundamental en todas las situaciones para poder juzgarlas correctamente, discernir, tomar decisiones, actuar. Mi ego no puede ser amoroso padre o madre, buen compañero, responsable operario, entregado profe, servicial dependiente o lo que sea… mi ego es un ego y el único papel que le interesa es el suyo. Si dejo mi vida en sus manos y él dirige todo lo que soy cada día, él se encargará sin duda de que reine el caos, seré rico en piques, discusiones, enfrentamientos, sentimientos heridos, opiniones a favor y en contra… todo con poco fundamento, pero con unas bonitas heridas que lamer sobre mí mismo o sobre el vecino.

Dice un viejo dicho que el respeto no se impone sino que se gana. Es verdad, nos ganamos con mucho trabajo el ser respetados, amados, ser considerados de confianza, y eso nos genera buenas sensaciones y también nos hace sentirnos útiles. Nos sentimos como una fuerza generadora, como un pegamento que arregla roturas de muchos tipos, podemos intermediar, acercar, reconstruir. Ese papel es importante y necesario, y no tengo la menor duda de que quien lo ejerce lo hace con humildad y sentido del deber. No puede haber un superego ahí… es incompatible. Si sacamos al ego de cualquier ecuación, el resultado siempre será la armonía… y en ese contexto es mucho más fácil y más agradable construir y compartir.

La buena noticia es que todos podemos «hacer como si». Siempre da buen resultado. No es fácil, pero todos podemos hacerlo, simplemente, haciéndolo: exige esfuerzo y vigilancia, y también ser muy sincero con uno mismo y dejar el ego en segundo plano, para que no interfiera en nuestra vida y nos deje ser como podemos ser realmente: más amables, más confiables y más responsables que él.

(La imagen que ilustra esta entrada está tomada de https://pic2.me/wallpaper/434066.html)

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