No sé si habéis leído algo sobre el Reiki, o si os han dado Reiki en alguna ocasión, o si vosotros mismos os habéis preparado para hacerlo. Si conocéis el Reiki quizás encontréis aquí algunas coincidencias muy significativas, y si no lo conocéis, espero que os hagáis una idea muy precisa de lo que es. Porque, creedme, el Reiki es mucho más de lo que habitualmente se piensa, incluso por parte de las muchas personas de lo dan o lo reciben. El Reiki es Todo, en realidad. El espíritu, la vida, lo que mantiene al Universo unido y en conexión.
Vamos por partes…
Reiki
La palabra japonesa Reiki está formada por dos conceptos. Rei significa «universal, sin límites», mientras que Ki es la energía vital, la energía del Universo. Es la energía de la que hablan todas las tradiciones, la Prana de los hindúes, el Chi de los chinos, el Espíritu de los cristianos, la Χ (ji) griega de las tradiciones herméticas, el «agua que no moja las manos» o el mercurio de los alquimistas…
La técnica del Reiki canaliza esa energía a través de las manos, para ayudar en dolencias varias, físicas, mentales y anímicas, reequilibrando la energía de nuestro cuerpo a través, básicamente, de los chakras (nuestros enchufes, para decirlo brevemente). Es la clásica imposición de manos, es lo que hacía Jesús de Nazaret, sin ir más lejos, y que se conoce desde tiempos inmemoriales, un camino de sanación y desarrollo espiritual (Reikido) que fue fijado en un método y una técnica en Japón por el Dr. Mikao Usui (1865-1926).
Este es el ideograma japonés del concepto. Los ideogramas no expresan letras ni sonidos, pero sí ideas.

Según el contexto, el ideograma Reiki puede tener varios sentidos, pero siempre alrededor de tres ideas centrales: algo que viene del cielo, que cae sobre la tierra y que la llena de vida.
Algunas de las traducciones del concepto son estas, como veréis, todas especialmente bellas (proceden del manual de la Federación Española de Reiki):
- Lluvia maravillosa de energía vital
- Lluvia maravillosa que da vida
- La idea de algo que procede del cosmos y que, en su encuentro con la tierra, produce el milagro de la vida.
- Lluvia maravillosa que produce el milagro de la vida
- La comunión de una energía superior con una de orden terreno, aunque se pertenecen mutuamente.
- Una energía maravillosa que se encuentra por encima de todas las demás, y que también está en ti (y que por si esto fuera poco), tú le perteneces.
El color simbólico del Reiki es el verde, que es el color de la curación y también del chakra del corazón, y por lo tanto, es también el color del amor incondicional (no conviene confundirlo con el rojo, color más relacionado con la pasión y el chakra base). Y el verde es el color de la esperanza, además. Como símbolo de la naturaleza, el Reiki tomó el bambú, una planta verde, simple, resistente, vacía, recta y perfecta, que se adapta sin romperse. El ideograma suele escribirse con letras doradas.
La lluvia de oro de Dánae
Todas las traducciones que hemos visto antes, y que hablan de «lluvia», me recuerdan a una imagen de la mitología griega, plasmada por muchos pintores, pero de la que pocos supieron extraer el significado real, simbólico, y no solo literal. Se trata del mito de cómo Zeus consiguió llegar hasta la joven Dánae para hacerle el amor, dando lugar al nacimiento de Perseo. Os cuento.
Zeus recurría a todas las tretas posibles para llegar hasta las mujeres que deseaba. En el caso de Dánae, su padre el rey Acrisio la había encerrado en una torre para evitar la profecía de que el hijo de la muchacha le mataría a él, rey de Argos.
Pero, ¿qué es una torre para el dios de los dioses? Puro reto: Zeus logró llegar hasta Dánae transformándose en lluvia de oro y demostrando que las prevenciones de un padre poco pueden hacer cuando la profecía ha sido dictada y además es Zeus quien desea a la chica.
Así imaginó la escena el pintor flamenco Jan Gossaert, conocido como Mabuse (1478-1532):

¿No os parece un cuadro bellísimo y sugerente? Porque Zeus realmente cae sobre la muchacha en forma de lluvia de oro, no en forma de «lluvia de monedas de oro», como imaginaron pintores que sabían leer poco entre líneas y que a lo mejor pasaban hambre.
Bien… pues esa lluvia de oro, esa lluvia dorada generativa que cae sobre la muchacha es Reiki.
Porque Zeus es Deus, Dios, en griego θεός… no es «un dios», sino Dios. Por eso le llaman el padre de los dioses. Su nombre significa «luz diurna», y viene de una raíz indoeuropea que significa, igualmente, «brillo», «luz». Ah, y es quien preside las manifestaciones celestes y provoca la lluvia…
Recordad que Reiki es la energía que viene de arriba y que genera algo aquí abajo. En el caso de Dánae, lo que Zeus engendró en la carnal muchacha fue a Perseo. Pero el significado es el mismo: la energía del Cosmos que llega hasta la tierra y la penetra, engendrando juntos una vida nueva, distinta, pero que conserva elementos de uno y de otra. Y eso ocurre siempre, desde siempre, todo el rato…
Y ya de paso, ¿no os recuerda esto -y también la imagen de Dánae- a los cuadros de la Anunciación? Claro, y es lógico, porque expresan todos ellos la misma idea…

Y eso, esa idea, esa realidad, define todos los procesos naturales de este mundo: energía de arriba que cae constantemente como lluvia fina, como rocío, y penetra la materia para vivificarla. Eso es lo que somos nosotros, el resultado de esa acción del espíritu sobre la materia, y también todo lo que está vivo, lo que está animado, lo que tiene alma, una chispa de esa energía universal. O sea, todo lo que nace en la Naturaleza ya sea una persona, un gato, un árbol o un mineral.
El color verde
Decíamos que el color verde es el del Reiki, el de la curación, del amor incondicional, del chakra cardíaco y también el de la esperanza. El verde es también el color de lo vegetal, que aunque es blanco cuando nace bajo tierra, se viste de verde al alcanzar la superficie, para protegerse de los rayos del sol que dan la vida, pero también pueden quemar. Es el color de la generación, de hecho. Y el verde es también el color de la verdad, como indica la palabra por poca intuición etimológica que tengamos…
En las logias masónicas que trabajan el Rito Escocés Antiguo y Aceptado y conocen el simbolismo, las estrellas de los pilares de la Belleza, la Fuerza y la Sabiduría son encendidas con velitas de color verde que trasladan el fuego desde la estrella situada en la esquina NE del templo (la llamada Luz Eterna) hasta las columnas corintia, dórica y jónica que se sitúan en el centro del pavimento mosaico, con sus correspondientes luces.
Y verdes eran también las velas con las que los fieles acudían a la procesión del día de la Candelaria, el 2 de febrero, fiesta de la purificación, dedicada a las vírgenes negras que suelen estar en las criptas y cuyas leyendas cuentan que fueron halladas bajo tierra.
El mercurio
En la alquimia, tal y como explica el maestro Fulcanelli, es verde el espíritu encarnado en la materia (que es negra, como esas vírgenes subterráneas), ese fuego corporal manifiesto o escondido llamado también «león verde», que se transmite por el aire, auténtico soporte y vehículo de la luz.
A mí esto me encaja con lo que dice el Reiki sobre el color verde… incluso con el hecho de que sea el color del amor incondicional y del chakra del corazón, porque en el corazón es, precisamente, donde dicen los sabios que se aloja ese espíritu encarnado en nosotros, que es material también aunque muy sutil, y que tiene peso.
Para los alquimistas es «el agua que no moja las manos», llamada también mercurio, rocío de primavera y esmeralda de los filósofos (también verde), y que en la Gran Obra deberá unirse al azufre (el león rojo) para dar lugar a un tercero de naturaleza distinta y más perfecta que la de sus progenitores: la piedra filosofal, lo puro de lo puro.
¿No es maravilloso cómo la verdad encuentra siempre formas bellas y parecidas de manifestarse, de darse a conocer aunque veladamente, de permitir que la intuyamos? Así nos deja migas en el camino y nos señala puertas…
Queda mucho por decir del Reiki y de todo lo demás… pero como introducción no quería dejar de señalar estas analogías, estas coincidencias (literalmente, «lo que cae junto hacia adentro») tan llenas de significado para los buscadores… y para algún que otro explorador que también ansíe conocimientos que le lleven, al fin, a la serenidad de espíritu.

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