La honestidad del gato

«Los gatos tienen una absoluta honestidad emocional; los seres humanos, por una razón u otra, pueden ocultar sus sentimientos pero el gato, no».

Ernest Hemingway

Resulta que hoy 20 de febrero es el Día Internacional del Gato. Y un blog como este, que pretende recoger las cosas que mantienen ocupados a buscadores, exploradores y gatos, no puede no hablar de los felinos en ocasión tan solemne. Me ha gustado la frase de Ernest Hemingway porque me parece totalmente cierta.

Es incuestionable la honestidad emocional del gato, como lo es la de los niños. Imagino que tendrá que ver con la inocencia, con la imposibilidad de doblez, de pensar o sentir una cosa y demostrar o decir otra.

Ser honesto quiere decir ser decente, recto, digno, prudente. ¿Puede un gato ser todo esto? No importa. Porque siendo honesto emocionalmente ya le basta. En las personas no es tan sencillo conseguir que los hechos y las palabras concuerden con sus sentimientos e intención.

La cuestión de entregarse

Los gatos saben elegir a las personas que merecen su atención y su cariño. Y de hecho, no se entregan nunca a la primera. Observan, tantean, te ponen a prueba, se acercan tímidamente, te rozan la pierna con su cabeza o su lomo, muy sutilmente… en ello hay una posibilidad, un futuro de caricias si no defraudas su confianza. Dan en la medida en que les das, y no basta con que les pongas la comida… un dispensador de pienso y alguien a quien querer, por quien dejarse acariciar y en quien confiar, son cosas distintas.

Hay personas que se comportan así, como los gatos, sutilmente, pacientemente, hasta que establecen que eres de confianza y pueden tender un hilo entre ellos y tú y no romperlo o retirarlo súbitamente. Nunca tienen prisa por entregarse, son cautos, prefieren ir despacio y seguramente cuando se entregan, como ocurre con los gatos, sea para siempre. O para casi siempre…

La conexión

Con los mininos uno puede leer y escribir entre líneas. Porque cuando la conexión se establece por fin no es porque sí, obedece a motivos de peso. ¿Es posible leer entre líneas con un gato? Lo es, ciertamente. No siempre te dice claramente lo que quiere, a veces deja que lo adivines, te da pistas y espera que sabrás llegar a conocer qué es lo que desea.

No lo hace por ocultarte nada, ni por desconfianza, lo hace porque la relación que ha decidido establecer contigo tiene también una parte importante de juego… de querer que le busques pero hacer que no le encuentres, o de encontrarte él a ti al final, de contradecirse y contradecirte, de finalmente decidir hacer algo distinto a lo que parecía desear al principio… para los gatos la vida entera es un juego que se juega sin prisas, con todo el tiempo del mundo por delante, sin agobios.

Corazón sin filtros

La honestidad emocional es un alto valor, a mi modo de ver. En los gatos y en las personas. Pienso que es una capacidad que procede directamente del corazón. Esas personas –como los gatos– no filtran sus sentimientos a través del cerebro antes de lanzarlos al exterior en forma de palabras, actitudes o gestos. Lo que sienten, lo que quieren, va directo del corazón a sus ojos, a sus manos o a su palabra y alcanza a quienes tienen delante, sin que su cerebro les ponga trampas, les diga que sean precavidos, que no se confíen, o que quizá eso no vale la pena, o que van a hacerles daño, o que no deben ser tan sinceros… el filtro del cerebro, calculador y frío, tramposo para con uno mismo, está desactivado. Actúan por impulso, porque no pueden hacerlo de otra manera, desde la inocencia y la confianza, sin miedo ni prevenciones. Como los gatos y los niños.

Vivimos en un mundo de emociones fingidas, de sentimientos hinchados artificialmente, de palabras maltratadas que quieren decir mucho, pero se venden por muy poco. Las emociones y las experiencias se han convertido en el grial que todo el mundo persigue, pero sin ser muy exigentes en realidad.

Quédate

Quizás muchas personas estén tan muertas que simplemente necesitan que les hagan sentir algo, sea lo que sea. La honestidad emocional no es un bien valorado socialmente, no lo exigimos a nuestros políticos, a nuestros médicos, a nuestros periodistas, a nuestros profesores o psicólogos, a nuestros amigos… a nosotros mismos. Vivimos enredados en trampas emocionales que sirven a veces de placebo, otras de catarsis individual o colectiva. Son engaños, y lo sabemos. Pero nos da igual. Somos tristes.

La honestidad es un bien escaso. Por eso celebro la existencia de los gatos. Quien tiene la suerte de que uno, o dos, o más de dos, se crucen en su camino, debería aprovechar su buena fortuna y ofrecerles su hogar. Es bueno tener al lado a seres que se entregan y confían en la medida en que tú mereces que lo hagan. Te ayudan a medirte a ti mismo y, sin duda, a mejorar.

Y si conoces a alguien que también sea así, no dejes que se aparte, quédate cerca, mantén a esa persona en tu vida como no abandonarías la sombra fresca de un árbol en pleno verano.

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