Lo que la Belleza esconde

Por qué la Belleza es tan necesaria, tan importante, tan urgente en ocasiones? Hay muchas definiciones de lo bello, y es cierto que en parte depende de la capacidad de apreciación de cada cual, pero solo en parte. Porque la belleza existe al margen de nuestra opinión, por lo tanto, en realidad no es algo subjetivo que depende de nosotros, sino una cualidad del mundo muy objetiva y verdadera que no necesita de nuestro criterio o reconocimiento para ser.

Etimológicamente, la belleza comparte raíz indoeuropea con la Bondad (con lo Bueno y con el Bien), y también con el latín beo, satisfacer, hacer feliz. De hecho, Isidoro de Sevilla hace derivar lo bueno de lo bello, de venustas o la belleza del cuerpo, relacionada con Venus. Sí, lo bueno y lo bello prácticamente se asimilarían.

Tenemos habitualmente la idea de que la belleza es algo que «adorna», una cuestión estética que depende de modas y épocas y que tiene que ver con la proporción, sí. Equiparamos lo bello a lo bonito, a lo hermoso, a lo que nos gusta porque nos regala una sensación agradable, placentera.

El diccionario dice que los sinónimos de belleza son varios: hermosura, preciosidad, lindeza, guapura, delicadeza, divinidad, encanto, atractivo, esplendor, finura, gracia, magnificencia, perfección, sublimidad, gallardía, primor… Me gusta especialmente que figuren en este listado las palabras delicadeza, sublimidad, perfección y esplendor.

¿Un detalle ornamental?

¿Es la belleza un adorno? ¿Qué entendemos por adornar? Comúnmente completar algo con detalles “ornamentales”, prescindibles desde el punto de vista de su solidez o consistencia, pero detalles que agradan, embellecen, el resultado final de la obra.

Sin embargo, etimológicamente adornar proviene de la raíz indoeuropea AR-, que significa “ajustar, colocar, disponer”… conceptos que tienen más que ver con la precisión y el orden del trabajo del constructor que con algo superfluo, bonito pero prescindible. De hecho esa misma raíz da en griego la palabra armonía (“orden, proporción”), y en latín la palabra ars, “arte, talento”. De nuevo, poco que ver con lo superfluo o meramente decorativo.

Una variante de la misma raíz indoeuropea de adorno, armonía y arte, da las palabras orden y rito.

La etimología nos lleva de la belleza a lo bueno, al adorno relacionado no solo con lo decorativo sino con la armonía, el arte, el orden, el rito. Por lo tanto, la belleza no solamente adorna y ornamenta, sino que tiene significados mucho más potentes y relacionados con el fundamento de las cosas y no solo con su apariencia. Según la etimología, la belleza ajusta, coloca, dispone, ordena, conlleva armonía, proporción, arte…

Parece que la belleza es mucho más que algo bonito aunque prescindible para la solidez del edificio -o de cualquier obra, objeto, persona o paisaje-, y que su función de “adornar” no tiene que ver solo con un bonito detalle final sino con algo constitutivo, fundamental, que ordena y da sentido a todo el proceso de construcción, de creación de lo bello.

La elegancia matemática

Los físicos teóricos tienen clara una máxima: la belleza es una guía fiable hacia la verdad. Sorprendente, ¿no? Buscando lo que ellos llaman la “elegancia matemática”, la belleza de las ecuaciones, encuentran la verdad, hasta el punto de que una ecuación que no sea bella difícilmente llevará a conclusiones exactas.

Para algunos, como Paul Dirac, “es más importante la belleza de una ecuación que su coincidencia con los experimentos”.

Y Michio Kaku explica: “En cierto sentido, las ecuaciones de la física son como los poemas de la naturaleza. Son cortas y están organizadas de acuerdo con cierto principio, y las más bellas de ellas transmiten las simetrías ocultas de la naturaleza”.

Aquellas ecuaciones que son “feas”, que son excesivamente largas, complicadas, que no poseen simetría, son sustituidas por otras enseguida que es posible. El físico Richard Freyman dijo: “Se puede conocer la verdad por su belleza y su simplicidad. Las verdades siempre resultan ser más sencillas de lo que uno piensa”.

Algunos físicos teóricos se plantean que cualidades como el ingenio, la economía de recursos, la bondad y la belleza son compartidas por la Naturaleza, son cualidades que se reflejan en la estructura del mundo natural. Hasta el punto de que se plantean si las potencias éticas o estéticas como la belleza o la bondad, pueden tener cualidades creativas.

Paul Davies dice: “Personalmente, me inclino a suponer que cualidades tales como el ingenio, la economía, la belleza… poseen una realidad trascendente genuina –no son simplemente fruto de la experiencia humana- y que estas cualidades están reflejadas en la estructura del mundo natural”.

Y, atención, porque es algo muy revelador, añade “si semejantes cualidades son capaces de hacer entrar el Universo en existencia, no lo sé. Si lo  fueran, cabría concebir a dios como una simple personalización mítica de tales cualidades creativas, en lugar de como un agente independiente”.

Los físicos teóricos detectan la belleza como constitutiva de unas leyes, unas reglas preexistentes provenientes de un diseño inteligente, que intentan descubrir. Dice Paul Davies: “Si la belleza está programada biológicamente por completo, seleccionada tan solo en función de su valor para la supervivencia, es muy sorprendente verla resurgir en el mundo esotérico de la física fundamental de partículas, que no guarda relación directa con la biología”.

De nuevo, y ahora desde la ciencia, la Belleza no como decoración estética u ornamento final de la obra, sino como cualidad fundamental, constitutiva, ordenadora, creadora. No como algo subjetivo, un concepto cultural que varía en el espacio y el tiempo, algo que ayuda a la supervivencia… lo es, sí, pero solo en parte. La belleza nos ayuda a vivir, pero además es constitutiva de lo que somos y de nuestro mundo. Somos belleza.

Eliminar las impurezas

De hecho, también la Masonería reconoce a la Belleza como una cualidad preexistente y fundamental. Y la busca a través de un método simple y seguro: eliminar las impurezas exteriores para dejar a la vista la belleza que se encuentra en el interior de la piedra bruta -que somos cada uno de nosotros-, desbastándola. La Masonería equipara la belleza a la perfección, el objetivo y nuestro destino, hacia lo que tiende todo. Y esa perfección es muy cercana, de nuevo, al bien.

Así, pues, parece que la Belleza no es algo que se encuentra, o es construida, o creada al final del edificio -o de cualquier obra-, no lo complementa sino que lo fundamenta. Está ahí, en potencia, desde el principio, porque está en el interior de la materia bruta, aunque escondida, y porque debe estar presente como ideal en todo el proceso de construcción -de personas, de poemas, de catedrales, de relaciones-, como arte, proporción, orden y armonía.

Uno de nuestros superpoderes

Percibir la belleza a nuestro alrededor es algo que está al alcance de todos, aunque quizá no todas las personas lo consiguen. Al final, la belleza está también dentro de nosotros mismos, y primero es necesario que seamos capaces de apreciar esa belleza para poder ver la que nos rodea. Este es un superpoder que todos tenemos, contemplar y apreciar la armonía, el orden que reina en la Naturaleza, en el Universo, donde todo tiene un sitio y un lugar aunque a veces nos dejemos avasallar por el desorden que nosotros mismos creamos.

La belleza puede ser percibida desde el primer momento simplemente con levantar los ojos hacia la noche estrellada, contemplando un árbol, o una flor, o una obra de arte creada para gloria del arte y no del ego de su creador… Estamos rodeados de belleza y a veces, somos ciegos. Podemos percibirla si nos abrimos a ella aunque quizá no la comprendamos del todo, ni la verbalicemos, ni la pasemos por el tamiz de lo racional. Hay cosas que están más allá de lo racional.

La belleza es punto de partida y, también, de llegada: es la perfección de nuestro ideal como constructores de nosotros mismos, pero también ha de ser una de las cualidades fundamentales de nuestro trabajo y parte de nuestro método, así como lo es en la Naturaleza.

“La Belleza es el esplendor de lo que es verdadero”, dijo Platón.

Los buscadores, los que buscamos la verdad -y ese es también un superpoder que todos tenemos, si queremos-, debemos saber que la belleza es una señal inequívoca, una guía infalible, como saben los físicos teóricos.

Busquemos la belleza y encontraremos la verdad. A veces lo bello es de verdad algo urgente.

(La espectacular imagen que acompaña esta entrada es una fotografía de Mauro Maione, con la luna llena vista desde el edificio del ayuntamiento en Siena, Italia, tomada de Twitter).

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