Lo sutil, la sutileza, son palabras y conceptos que están dentro del grupo de mis preferidos. Admiro la sutileza, quizá porque a mí me cuesta ser sutil… La etimología, que es una herramienta maravillosa para conocer los secretos de las palabras y su significado auténtico, nos dice varias cosas sobre lo sutil.
Doble raíz indoeuropea
El prefijo sub- cuya raíz indoeuropea es upo-, y significa «debajo de». Lo mismo que la palabra griega ὐπό, debajo.
La raíz indoeuropea teks-, que significa tejer, fabricar. Esta raíz es enorme, casi podríamos decir que explica cómo está hecho el mundo. Veréis…
Quiere decir tejer, fabricar, y mucho más: construir, ensamblar, labrar y da lugar a muchas palabras, todas ellas ricas en significado: tejer, texto, textura, tela, tejido, telar, carpintero, constructor, arquitecto… y todos los neologismos que terminan en -tecnia.
Porque esa raíz, teks-, se refiere a todo lo tejido, fabricado y construido. Con esa misma raíz, el griego formó dos palabras extraordinarias: τεκτων, que significa obrero, albañil, constructor, carpintero; y también τεχνη, que significa arte, destreza.
Lo sutil –delicado, fino, ingenioso, tenue, grácil, delgado, liviano– es en realidad el subtilis latino: el hilo más fino de un tejido, el que pasa por debajo (sub-) de la urdimbre de la tela (tela también en latín). Lo sutil es lo que «está debajo de la tela», su hilo más fino, tenue, delicado… el que forma la urdimbre es el hilo que va en el sentido vertical del telar, mientras que la trama son los hilos que van en el sentido horizontal de la seda, el satén, la lana…
Los antónimos o contrarios de sutil son basto, burdo, grosero, denso, tosco, simple…
Una palabra a la medida de lo humano
Me gusta la palabra sutil porque me parece una palabra de escala humana y que, a la vez, va más allá, nos trasciende. Se refiere a lo que podemos hacer con destreza y arte, con nuestra inteligencia y sobre todo, con nuestras manos… se refiere a algo que es delicado, grácil, ingenioso… ya sea construir una catedral como tejer un velo de seda. Por lo tanto, no tiene nada que ver con lo débil o inconsistente, al contrario. La sutileza y la fuerza no están para nada reñidas. Algo puede ser sutil y fuerte a la vez, como una tela de araña.
El ingeniero y físico menorquín Manuel Elices Calafat me explicó una vez que si pudiéramos tejer una tela de araña del tamaño de una casa, sería lo suficientemente fuerte como para parar un avión en pleno vuelo… ese es un ejemplo perfecto de lo sutil.
Más allá de la técnica: el camino
Pero lo sutil va más allá de lo que nosotros llamamos «técnica». En nuestro habitual uso de la palabra, el τεχνη griego ya no tiene tanto que ver con la destreza, el arte. Hay diferencias entre «técnica» y «arte», no sé si lo habéis pensado alguna vez. Me gusta mucho cómo los japoneses diferencian entre una cosa y la otra.
Las artes tradicionales japonesas terminan siempre con el ideograma «do» (con acento plano en la o), que significa «camino»: budo (artes marciales), que incluye el kendo (esgrima japonesa), el judo (combate sin arma), el iaido (técnica de envainar y desenvainar la espada o katana), el aikido (que mezcla el judo y el kendo), y el kyudo (tiro con arco japonés). También otras artes incorporan el «do» final: el shodo (caligrafía), el kado (arreglo de flores o ikebana), y el sado (ceremonia del té). La inclusión del «do» en esos nombres es por una fuerte influencia del budismo zen, que enseña a encontrar la iluminación espiritual a través de la experiencia, de la práctica, y no de la teoría, las palabras o los libros.
Originalmente, algunas de estas artes tradicionales se llamaban de otra manera, con la terminación -jutsu, que significa «técnica»: kenjutsu, jujutsu, kyujutsu, etc. porque se referían a las técnicas de batalla de los bushis o samuráis. Entonces, ¿los samuráis solo tenían «técnica» y no tenían «camino»? En absoluto, el Bushido era su camino y su código moral.
El camino y el arte
La diferencia entre «camino» y «técnica» está clara: el primero es un aprendizaje que no termina nunca y que, mientras se lleva a cabo, hace desarrollarse y crecer a quien lo practica, lo transforma, lo sutiliza, podríamos decir, exactamente el mismo efecto que buscan los masones sobre sí mismos, puliendo su piedra bruta, y en general todas las escuelas y tradiciones iniciáticas.
Por otro lado, la técnica son los conocimientos especiales que se necesitan para hacer algo, el conjunto de procedimientos necesarios. No hay implícita una transformación de quien lleva a cabo esa técnica, ni tiene por qué ser un proceso largo o vital.
Este significado ha cambiado con el tiempo y en parte, se ha empobrecido y limitado. Pero recordemos qué nos dice la etimología: la raíz teks-, que significa tejer, fabricar, construir, ensamblar… así está hecho el mundo.
El arte de lo sutil
Pienso que el «camino» y el «arte» se parecen mucho. Por ejemplo, a la Alquimia se la llama también «arte» y los alquimistas eran filósofos y «artistas» que acometían –y acometen– la Gran Obra. Y sin dudarlo, la Alquimia es también transformadora, un camino que lleva a la materia y al artista que la manipula desde un punto a otro distinto, transformando a ambos en el proceso, purificándolos, perfeccionándolos, a cada uno según su naturaleza.
La Alquimia consiste también, precisamente, en separar «la tierra del fuego, lo sutil de lo espeso, con gran industria», como dice la Tabla Esmeralda. Este breve texto, atribuido a Hermes Trismegisto, dice que «lo que está arriba es como lo que está abajo» y que lo uno y lo otro provienen de lo mismo, del Uno. Explica cómo se interrelacionan lo de arriba y lo de abajo, cómo interactúan para «hacer los milagros de una sola cosa». «Así es creado el mundo», asegura.
Ese «arriba y abajo» recuerda de nuevo a los hilos de la urdimbre y la trama, ¿verdad? Uno pasando por debajo y el otro por encima, haciendo juntos algo distinto y más fuerte de lo que es cada uno de ellos, pero formado por lo que ambos son: un tejido, una tela.
«Así es creado el mundo»… creado, construido, fabricado, tejido… Con lo sutil (el espíritu) y lo espeso (la materia) trabajando juntos; con el arte – la destreza humana- ayudando a la Naturaleza a perfeccionarse y llegar allí donde ella sola no puede.
(Gracias a mi amiga Sonia Rotger por la foto que ilustra esta entrada, un maravilloso ejemplo de lo sutil y también, de la trama y la urdimbre con que está tejida la Naturaleza).
(La información sobre el «do» pertenece al precioso librito de Junko Takahashi «Do, el camino japonés de la felicidad», de Planeta).
