¿Qué verbo parece más inocente, conveniente y apetecible que «entretener»? Estar entretenido es a lo que aspiran millones de personas del mundo rico cada día. Los pobres no se lo pueden permitir, su energía y su atención están ocupados en cosas más vitales. Pero las personas que viven en sociedades industrializadas aspiran a un entretenimiento sin fin, cotidiano, doméstico, que les haga olvidar los problemas, sus vidas muchas veces insatisfactorias, sus dificultades… el entretenimiento es el rey de nuestro mundo.
Pero, ¿qué quiere decir «entretener»? En esta ocasión ni hace falta que nos vayamos al diccionario, porque las soluciones etimológicas que nos da una página de internet son suficientemente aclaratorias y terroríficas.
Entretener
El verbo entretener (divertir, distraer) está formado con entre + tener. Muestra la idea de «tener a uno en suspenso» o simplemente «tener su atención«.
La palabra «entre» viene del latín inter (entre, situación entre dos puntos, a intervalos), formado con el prefijo -in (hacia dentro) y el sufijo contrastivo -ter. El prefijo -in se asocia con la raíz indoeuropea -en, como en encéfalo, enciclopedia o endemia.
El verbo «tener» viene del latín tenere (dominar, retener), asociado con la raíz -ten (extender, estirar)
Bien, lo que implican todos esos significados me parece ya bastante tenebroso…
Además, entretener es divertir y distraer.
Divertir viene del latín divertere, y significa «dar un giro en la dirección opuesta, alejarse, divertirse, entretenerse». O sea, que al divertirnos damos un giro en la dirección opuesta y nos alejamos de algo… me pregunto de qué será.
Distraer viene del latín distrahere y significa «apartar la atención, distraer», porque trahere significa «tirar, arrastrar» y -dis, «divergencia, separación». ¿Por qué si nos distraemos al volante es algo que puede tener efectos negativos, pero si nos distraemos en el sofá de casa, no? De nuevo, nos alejamos, apartamos la atención de algo para ponerla sobre otra cosa.
Y si volvemos a la palabra «entretener», queda claro que alejamos la atención de nosotros mismos para centrarla en algo «que nos dan«, «que nos muestran» desde fuera, porque el mismo verbo implica que hay «alguien» que nos tiene en suspenso, que tiene nuestra atención. Y mediante el verbo tenere, nos queda claro que ese «alguien» que tiene nuestra atención, también nos «retiene», nos «domina». En otras palabras estamos a su merced.
Alejados, alienados
Ya sabemos ahora de qué nos alejábamos al divertirnos: de nosotros mismos, pero no solo de nuestros problemas y dolores de cabeza diarios, sino de todo lo que somos, de nuestro fundamento y nuestra esencia. Le regalamos a alguien, casi siempre a muy bajo precio cuando hablamos de entretenimiento, nuestra atención, y aceptamos quedarnos en suspenso, alejados, alienados de nosotros mismos. El efecto es similar al de una droga.
Vivimos en una sociedad desesperada por entretenerse, con personas desesperadas por que alguien las entretenga, las divierta, las distraiga. Mientras, no pensamos, no reflexionamos, no leemos… perdemos capacidad de profundizar, perdemos capacidad de comprensión de conceptos complejos, todo lo que no sea plano, rápido, superficial significa un esfuerzo que no estamos dispuestos a hacer.
Renuncia voluntaria
Y lo peor de todo es que esto, esta renuncia, nos parece normal. La aceptamos, la justificamos y caemos en ella cada día de nuestra vida. El entretenimiento es el dios de nuestro tiempo, es a lo que aspira todo el mundo, principalmente los jóvenes. Hemos dimitido de nuestras capacidades profundas que nos convierten en seres humanos completos y que nos hacen posible crecer y evolucionar.
Y es una decisión nuestra si dejamos que nos entretengan o no. Nosotros decidimos si renunciamos a ser, si nos alejamos de nosotros mismos y dejamos que nos lleven, nos dominen, nos retengan, si renunciamos a ser seres autónomos, libres, pensantes, con voluntad y capacidad de decidir. Ellos intentan convencernos de que no es así y de que, de todas formas, siempre es más fácil y cómodo dejarse llevar…
Un amigo me dijo hace mucho tiempo que «si no piensas, te piensan». Y es totalmente cierto.


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