Dice la página de inicio de este blog que es «Un blog sobre la verdad». Quizá os pueda parecer pretencioso, pero en realidad, no hay nada más simple, humilde y a la vez, sorprendente, que la verdad.
Algunos dicen que la verdad no existe. Es porque no se han tomado el tiempo de trabajar buscándola. Los humanos tendemos a negarle la existencia a lo que desconocemos, y como llegar a conocerlo significa muchas veces tener que hacer un esfuerzo por nuestra parte, es más cómodo simplemente decir que no existe.
Creo que fue Doris Lessing quien dijo que el talento es algo corriente, que no escasea la inteligencia, sino la constancia. Pues eso mismo es: tenemos la inteligencia, pero nos falta la constancia necesaria para buscar y llegar a encontrar la verdad.
Es cierto que ninguno de nosotros encontrará la verdad completa, por mucho que busque. Una vida humana no da para eso. Pero como en la parábola india de los ciegos y el elefante, si buscamos con perseverancia seguro que encontraremos al menos una parte de la verdad. Y si trabajamos con otras personas, compartiendo generosamente nuestros hallazgos, entre unos cuantos obtendremos un buen trozo de la verdad… los ciegos tocaban sólo una parte del elefante, pero entre todos prácticamente lo tocaban entero y compartiendo lo que sabían podían hacerse una idea muy clara de cómo era el animal.
Pero, ¿y qué es la verdad? En realidad, esta verdad debería ir en mayúsculas. Porque no es la verdad cotidiana de la calle, ni de la política, ni de la justicia, ni de las sociedades humanas a la que me refiero, sino la verdad de la vida y de la muerte, de la naturaleza, de por qué estamos aquí y qué se supone que hemos de hacer con este lapso de tiempo que llamamos vida y que es un momento único de coagulación, de cristalización, en el tiempo y el espacio.
En Masonería a esta verdad la llamamos también Luz, y la ponemos en mayúsculas precisamente para distinguirla de la luz cotidiana. La Luz es lo que buscan los iniciados de todos los tiempos, y para hallarla emprenden un camino de introspección y estudio que debe llevarles al perfeccionamiento de sí mismos y al conocimiento, que juntos conforman lo que se llama la Sabiduría.

Leído así parece algo muy difícil, o muy de gente con tiempo para entretenerse con el vuelo de una mosca. Pero nada más lejos de la verdad… es cierto que requiere tiempo y esfuerzo, y tristemente nos faltan ambos cada día de nuestra vida. Pero eso tampoco es así: nosotros creamos el tiempo, somos sus administradores, sus señores absolutos. Lo mismo que somos los dueños de nuestra voluntad y ganas de esforzarnos, o no.
Así pues, la verdad está al alcance de nuestra mano. ¿Qué objetivo más urgente, sublime, entusiasmante podríamos fijarnos?
Ah, eso sí, la verdad exige mucho de nosotros. Si es cierto que lo que conoces te hace, que te conviertes en lo que conoces, e intuyo que realmente es así, entonces está claro que llegar a entrever la verdad, a rozarla con el dedo, implica que algo en nosotros tendrá que cambiar… ya nunca más seremos como antes. Pero esto es, en gran parte, la prueba del nueve de la verdad: que una vez la intuyes nada puede ser ya como antes. Si no, ¿de qué serviría?
Seguiremos hablando de la verdad, puesto que es el fundamento de este blog y en realidad, de todo lo que vemos y no vemos.
